En mis parcos conocimientos sobre historia colombiana, recuerdo varios episodios sobre ataques a la libertad de prensa en nuestro país. Muy joven por allá en 1986 escuché del asesinato al director del diario El Espectador Guillermo Cano, perpetrado por uno de los hombre más ricos de la época Pablo Escobar Gaviria, cuyo interés era callar los medios de comunicación que investigaban a políticos que servían como fachada para defender los intereses de su narco y sanguinaria mafia. Poco después fue asesinado Jorge Enrique Pulido en 1989 por aquel mismo cáncer que infundía verdaderamente el miedo en el país (narco-sicarios). Posteriormente fueron secuestrados periodistas como Francisco Santos y Diana Turbay, esta última también asesinada.
Es de recordar también que la televisión de aquél entonces y por ende los noticieros, no pertenecían a canales privados, sino que eran de televisión pública, por lo tanto no eran enfocados a los intereses o creencias políticas de los dueños de dichos canales que finalmente eramos todos los colombianos.
Ahora recapitulando la información de las cadenas radiales, me doy cuenta que uno de los países donde es exageradamente complicado ejercer la libertad de prensa es mi Colombia del alma, aunque dichas cadenas hayan expuesto que los principales países en latinoamérica donde se vulneraba la libertad de prensa son Venezuela, Cuba, Bolivia y Nicaragua. Países cuyo modelo político marca diferencia del modelo capitalista y neoliberal de Estados Unidos. Pero llegamos a una conclusión y autoreflexión, ¿vale la pena defender una supuesta libertad de prensa cuando los medios son privados y cuyos dueños defienden creencias políticas propias? Esto no quiere decir que tengamos que callar toda la oposición a los gobiernos, de ninguna manera. Debe haber una posición fuerte y firme de crítica a los gobiernos locales y nacionales, de tal manera que los lectores, televidentes o radioescuchas, cuestionen y filtren la información que se recibe.
Infortunadamente en nuestro país la televisión es predominantemente de carácter privado, para los gobiernos neoliberales de Gaviria y Samper en 1997 la TV no era rentable y por eso se fundaron los canales Caracol y RCN; sus dueños tienen intereses principalmente económicos y por ende defienden la propiedad privada y atacan cualquier forma de defensa de lo público; un ejemplo claro es la actual campaña de desprestigio por parte de los principales medios y algunos periodistas cuyas amistades son los grandes empresarios del país contra el alcalde de Bogotá, Gustavo Petro. Esta dado que los verdaderos manipuladores de las vulnerables mentes de los televidentes colombianos son dichos dueños aparentemente filántropos que hacen teletones para mostrar su "bondad y caridad" frente a los seguidores de dicha televisión.
Por lo tanto para qué una supuesta "verdad" amañada y manipulada casi que al 100% que convierte en terroristas a todo aquél que no siga los lineamientos de una sociedad dominada por el consumismo, la competencia desleal y las fiebres políticas.
Se llamaría por lo tanto libertad del silencio, tenemos derecho a permanecer callados y obedecer todo lo que nos quieran decir los gobiernos de turno y lo que exponen anteriores personajes que hicieron política en el país porque aparentemente esos líderes desplazarían a la población que ocupa tierras que podrían ser rentables para los grandes millonarios del país que "mueven la economía". El periodista que quería exponer sobre las comodidades de los militares condenados (Ricardo Calderón), casi es silenciado por esa élite mafiosa cuya fachada son algunos ex-presidentes y seguidores de esa línea que tiene totalmente polarizado al país.